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26 de junio:

Despertando con mate en Zaragoza. Anoche fue un espléndido concierto en el auditorio Mozart. Interpretación genuina, buen humor, inspiración y todo en su sitio para honrar a nuestro “músico de la tierra”, que es Antonio y tocaba son su familia sentada en las buenas butacas del teatro. No falto la insólita impasse de ironías argentinas (que el respetable atendió de la mejor manera posible), pero el meollo del concierto (el recital en si mismo) fue una bonita exhibición de lo que intentamos hacer siempre: verdad vocal, interpretación instrumental genuina, reversión de las canciones, un nuevo sitio para los tangos y cosechar las mejores sensaciones en el escenario y es posible suponer que ayer conseguimos todo eso en una noche para recordar en Zaragoza que me recibió (sus gentes) con doble aplauso durante la primera canción y creciente entusiasmo en forma de publico soñado para cualquiera. A lo que respondimos con lo mejor de nosotros. “Las caras al encenderse las luces lo decían todo. De pronto, me he descubierto rodeado de amigos a los que no había visto (…) Todos con los ojos iluminados, gozosos. Qué hijo de puta, qué buen rato nos ha hecho pasar AC. Qué forma de achicar su repertorio y re-apropiárselo, qué forma de llenar el escenario con dos pasos, qué sencillez de gestos, qué calma y qué emoción tan regia. Me quedo con la interpretación de “Soledad”, quizá mi tango favorito de Gardel, con esas horas que agonizan y se niegan a pasar. AC va haciendo de sí mismo un clásico. Pronto habrá que decir de él que canta cada día mejor, como Gardel.” El escritor Sergio del Molino nos dedicó estas palabras habiendo ya caído la noche madrugada. Considero oportuno aceptar con agrado la caricia de los elogios porque siempre estamos rindiendo un examen en esta “forma formato” de concierto que elegimos ofrecer con fortuna. Aquí todo lo que canto tiene que ser genuino, se escucha hasta el silbido de las caries y cada micra de sinusitis bajando por la garganta. La importancia de cada nota es considerable y está muy expuesta. Pensaba anoche en la facilidad de “mentir un poco” en los géneros, todo el rock (y la música moderna) ofrecen una serie de posibilidades para “esconderse en el canto”, como en los trucos que aprenden los guitarristas para mover los dedos y hacer creer que están tocando notas “de verdad”. A la luz de la realidad, este concierto (similar el de anoche al de los demás en repertorio que variamos en una o dos canciones) no permite esconderse detrás de nada, es un monologo a cuatro personas y el mas mínimo desperfecto queda desnudo en el transparente tejido de sonidos y silencios que ofrecemos. Anoche me acompañaron las buenas sensaciones desde las primeras notas, sentimos el favor del respetable publico de buena gente de Zaragoza desde el comienzo mismo y degenerando en mas y mayores muestras de fervor y acuerdo. Es un publico exigente que no quiere sentirse defraudado, que espera sorprenderse pero solo gratamente, que quiere escuchar sus canciones preferidas y algo distinto, que viene a descubrir algo que no se parece a ningún disco nuestro y que solo va a entregarse con genuino aprecio por lo que hagamos. El repertorio fluyó compensado con el agregado de Algunos Hombres Buenos y la serie habitual de tangos. El fragmento de humoradas cordobesas resultó ligeramente celebrado (considerando que no había cordobeses en la sala, o no se hicieron escuchar) pero lo llevamos adelante con honores por la gracia mediterránea. Quisimos reponernos del baño de respeto comedido que recibimos en Bilbao la noche inmediatamente anterior y fue dejándolo todo en el escenario, inclusive el factor de comedias folklóricas argentinas. Mejor casi imposible.