Mi Principe …

Blog

Mi Principe …

Someday

RR: No echo de menos nada porque encontré una rutina que me gusta realmente. Se que va a interrumpirse por las fechas navideñas, aunque no entiendo porque celebrar navidades se que voy a interrumpir mi rutina que es de lo mas agradable.
FCH: …
RR: Me despierto, incluso creo que logre dominar mi frecuencia de sueños, quizás porque estoy tomando mis medicinas mas temprano, quien sabe …
Caliento el agua para el mate en la cocina y pongo un disco.
Leo algo, que puede ser (ahora mismo) una novela, relatos o los ensayos cortos de Fabián. Y me quedo un buen rato leyendo o escribiendo, cebándome los mates (supongo que ya conocen el verbo perfectamente) y escuchando jazz.
FCH: …
RR: Según progresa el día, voy a vestirme para comprar verduras y pescado (o fruta y pollo, o carne) en el mercado de la cebada, conversando con los tenderos como haría cualquier buen vecino. Volviendo a casa me compro el periódico y paso por la tienda de comestibles de don Paco.
Entonces cocino, casi siempre un wok (un guiso sin demasiada cocción) de pollo o carne, con cebolla, morrones (pimientos), champiñones, bien condimentado y al mismo tiempo suave, que voy a acompañar con arroz o cous cous.
Dos veces por semana (no es una estadística) voy a preparar una lubina al vino blanco con patatas hervidas. Y perejil.
FCH: Estupendo.
RR: Después de comer, me voy andando a un gimnasio nuevo que abrieron al lado del mercado San Miguel (demasiado “diseñado” y turístico para comprar comida). El gimnasio es bastante curioso, cosmopolita y habitado por una mayoría de hombres. De eso no voy a hablar mas de la cuenta.
FCH: Llama la atención la revolución hormonal que tiene lugar en estos tiempos, no se como va a ser la población dentro de diez o veinte años. Quizás los pronósticos de la ficción política francesa se cumplan y la sociedad se incline por una democracia musulmana, un gobierno moderado que permite a varones responsables desposarse hasta cuatro veces.
RR: Considerando los fracasos de la derecha, la perdida de credibilidad socialista, el mal papel de la izquierda, las sacudidas nacionalistas (que apenas estarían empezando), y un creciente laicismo alentado por el tiempo y la sociedad de consumo tecnológico, el ocio … No es imposible pensar que esta ficción tenga sentido. Y posibilidades.
FCH: Prefiero no profundizar en el tema porque me gusta escuchar “La balada de Riggan” … Se que en nuestro silencio subyace una realidad a la vista de cualquiera con buen ojo.
RR: Basta encender la televisión para embadurnarse con esta irrealidad tan … real. Tan urgente, imposible de eludir.
FCH: ¿Por casa como andamos?
RR: Sentirme ausente de los procesos de revancha y derrota, de la incógnita que presenta el futuro que, sin embargo esta siendo celebrado con cierta furia y con una esperanza desquiciadas ambas … Que paso de todo eso como de pisar un charco, Fernando! … y hago de mi ausencia un ejercicio profundo de espiritualidad cultural, una vida austera sin participar en comentarios, ni en opiniones, sin leer aquellos periódicos, ni escuchar la radio o ver la televisión. Que es algo que perfectamente podría hacer alentado por las opciones digitales.
FCH: Caramba, si. Confieso que me asomo a la opiniones virtuales, a estos diálogos de sordos ya normales en las redes. La mayoría de las veces solo por segundos o minutos. Y encuentro comportamientos que rayan el absurdo y una bronca permanente que se me antoja poco menos que ridícula. Euforias y ciertas lamentaciones frente a un futuro que, tratándose de nuestro país, siempre es posible lamentar. Es una inercia nacional.
RR: …
FCH: El Jazz.
RR: Que maravilla. Siento que todos los días estoy descubriendo la música, empapado de improvisaciones, de elegancia, de composiciones sencillas y complejas al mismo tiempo, de grabaciones puras. Un interprete me lleva a otro y a otro. Compro discos y libros distraídamente en mis paseos por el centro de la ciudad. Aprovecho mis viajes a Barcelona para inundarme en las buenas tiendas de discos de allí, en donde intento recuperar la fe en el rock …
FCH: Caramba.
RR: Aunque tienen allá una fantástica tienda de discos de Jazz, con muy buenas cosas usadas y nuevas reediciones. Y muchos “posavasos”. Como siempre estoy descubriendo algo nuevo, que no es nuevo, entonces siempre espero mi próxima visita con cierta ansiedad perfectamente controlada.
FCH: ¿Y en Madrid?
RR: El sábado fui a la feria internacional del vinilo, mayormente había rock, incluso unos disqueros llegados de la Florida con muy buena variedad. Es un peligro lo de las ferias, a veces creo que llevan lo peor que tienen para quitárselo de encima … Pero me entere de la existencia de un par de disquerías (tiendas de discos) en Madrid, incluso a una distancia transeúnte de mi casa. Es probable que las visite, aunque la mayoría de las compras las hago por correo. Como el grueso de mis compras de comestibles. Al mercado voy a comprar artesanalmente, eligiendo un poco de verdura y pescado … cosas frescas.
FCH: Héroe o antihéroe, recluido en el bienestar mientras observa un mundo en decadencia, una sociedad embutida en costumbres digitales que se opone a aquello que desconoce, orgullosa de su intransigente ignorancia casi con violencia verbal inaudita; alarmado por la mediocridad de una clase política que sin embargo tiene habilidades para manipular y robar millardos a montones en negociados y lavatorios de dinero. un socialismo capaz de bajarse los pantalones en cualquier frente pero de espaldas, la sociedad respondiendo al estimulo del miedo o la bronca; distante con la realidad de tu país para preservarte en los placeres musicales y literarios, concentrado en pequeñas cosas como si fueran importantes. Conservando incluso un entusiasmo por el análisis escéptico de la realidad que te rodea y la de mas allá.
RR: Caramba

“A los pocos meses de llegar a Madrid, hace 25 años, leí la biografía autorizada de Miles Davis, mas bien una autobiografía redactada. Según leía sentía el natural deseo de escuchar aquellos discos. En aquel entonces Internet era un avance tecnológico al alcance de muy pocos pocos, no existían computadoras personales (ordenadores) en los hogares aunque supongo que algunas empresas tendrían acceso a
semejante tecnología, cosa que tampoco me consta.
En Argentina había una sola “terminal” de internet en la Universidad, a la que se accedía siendo alumno y reservando una hora de algo que costaba entender que era. Por aquel entonces había en Madrid una serie de tiendas de consumo cultural diseminadas por el barrio de Salamanca, que no es un barrio cultural pero es el barrio de los alquileres mas caros. Las tiendas, que se llamaban Crisol, no tardaron mucho en desaparecer. A estos europeos comercios me trasladaba para comprar discos de Miles Davis mientras leía la historia de su vida. El primero que compré entonces fue Someday my Prince Will Come, las ultimas grabaciones con John Coltrane y las primeras con Hank Mobley. Quizas las únicas considerando que HB tuvo una interesante carrea solista en Blue note. Casualmente, y hace muy pocos días, nos escribimos una serie de correos con Dom Fernando; se suponía que para esta época del año estaríamos en algún proyecto juntos pero, en perfectas relaciones, decidimos seguir cada uno por nuestra cuenta, y ahora se encuentra en la pre-producción de un elaborado rodaje para una de sus películas, viajando entre Hungría y Chile. Escribimos de libros y de música, Fernando tiene un nivel académico alto; y me comentó que estaba escuchando a Mobley. Yo prefiero saxofonistas mas agresivos, incluso baladistas mas sensibles, pero entiendo perfectamente que alguien escuche los discos de Hank Mobley porque yo también los escucho y porque Dom Fernando puede hacer lo que le venga en gana, es un señor cultísimo y muy activo. Este disco, no fue el primero que escuche de Miles Davis (me compré Bitches Brew en un viaje iniciático por California y México cuando termine mis estudios secundarios) ni seria el ultimo. Pero es el que estoy escuchando ahora, 25 años después. Me llego flamante por encomienda.”

RR