GLORIOSOS BASTARDOS 1 & 2

Blog

GLORIOSOS BASTARDOS 1 & 2

“Nadie baila en un museo delante de un cuadro y nadie deberia escribir sobre musica” (Jose Bruno)

sweet home buenos aires !!

Segundas partes ; creo que hoy (noche) domingo fuimos mas dominadores, que salimos con mas resto, con mas control de todo y de la inspiracion (sutilmente), que la jam session fue mas caliente, que domine mejor la guitarra, que llevamos un poco mas alto lo que intentamos hacer, todos estamos agradecidos, y sabemos la suerte que tenemos, por (de) hacer esto que elegimos, hacerlo hace tanto tiempo y seguir haciendolo, y mejorandolo un poco cada dia, incluso de un sabado a un domingo.

que estuvimos mas cerca del cielo ! y eso que verlos a todos entregando lo mejor de su alma, eso es mucho mas que “triunfo pasajero” , que aplauso, que gloria bendita, es la alegria de vivir potenciada, es algo que nadie se atreveria a soñar hasta que lo vive, como nosotros este fin de semana : Gracias !

(pues parece que el domingo los angeles estaban ahi con nosotros, recibo algunos comentarios, y ya habia escuchado algunos in situ, aunque el sabado me parecio mejor que correcto y llegue a emocionarme, todo indica que el domingo una cierta magia sobrevolaba el galpon sagrado, y elevamos los espiritus mal alto, de todos modos mi gratitud esta intacta y la debo integra a aquellos que vinieron el saturday fever, esa noche fria cuando nos abrigamos al calor de nosotros, el sabado anecdotico cuando popes de la masividad rockera prometian separarse o sentaban precedente de seguir unidos ; nosotros … sigamos juntos !)

las palabras se quedan cortas, que “suerte” tenemos por conseguimos en (con) la musica & con el publico (mas que un publico), que privilegiado conjunto de cosas ; sensaciones, reacciones, guitarras, canciones reinterpretadas, dinamica de concierto que ya no busca evitar la dispersion de una multitud, que se permite una secuencia-guion con musicalidad, con sensibilidad y xtc ; que momentos que solo pueden entenderse siendo parte de ese (mas que) publico que estaba hoy (esta noche) en el luna, o de privilegiados actores, los que hacemos lo nuestro desde arriba, detras, a los costados del escenario, y desde el mangrullo de las luces y el sonido, mezclando para la radio, o manejando los hilos de la organizacion, los traslados, los invitados, la comida & el calentador para el mate … y el pollo.

//////////////// ————— /////////////// —————- ///////////////

espectaculos (pagina 12)

Lunes, 1 de Junio de 2009

MUSICA › NOTABLE ACTUACION DE ANDRES CALAMARO EN EL LUNA PARK
Así es el estado de gracia rockera

Con tiempo para añejarse y la guía temprana de un paladín sensible (de Palermo, Miguel), mantiene dientes y pelo, siendo el contraejemplo contra todo pronóstico, porque es también el más politóxico rockero nacional, el que aquilata más temporadas en el Infierno. Por razones como ésas y un quehacer artístico tan simple como la creación a voluntad, por estos días toca el Cielo del Rock en estado de gracia, en la plenitud del Estado de Rock. El de verdad.

Es cierto, sí, que aunque hoy cumbias, trovas y tangos lo definen tanto como la distorsión (pero menos que el bardo), es rockero de ley y una estrella para la cosmogonía popular. Por eso hay que entender el comienzo de su show del sábado en el Luna Park como una iniciativa intimista: 6 mil personas sentadas obligan a una perspectiva y una disposición distintas de las de un recital para 40 mil cuerpos parados.

Como maestro del Ilusionismo y la Desaparición (Deep Camboya, Madrid y después), a AC le iría perfecto un I’m not there (either); seguirá estando aquí, allá y en todas partes, ya dueño de su propia finca en las páginas grandes de la historia rockera y habiendo alcanzado antes el Salón de la Fama en la estima de los parias, infames y marginales.

L.Paz

————————————— (&)————————————-

Andrés Calamaro, la parte de todos

El cantautor brindó dos impecables. contundentes y rockeros conciertos ante un Luna Park colmado en su capacidad, en la que repaso sus canciones más conocidas en el marco de la edición de su último trabajo, Andrés, en la que hace un resumen de una década junto a la música.

“Por el costo de los boletos pueden arrancar y llevarse las butacas”, ironizó AC, y a partir de ese momento el concierto dio un giro y la maquina rockera se disparó y arremetió con El Salmón y sin respiro con Los Chicos dejando al público caliente y sediento de más que fue dado con la metalera, y las guitarras al máximo donde se lucieron Julián Kanevsy, Geny Galo y Diego García, en Días distintos.

El momento de mayor éxtasis y conexión íntima entre la gente y AC fue con Crímenes perfectos, un instante de gloria donde desapareció la barrera entre el escenario y todo el estadio, y en el que el latido popular fue más intenso.

Para el segmento final la intensidad volvió a subir con Me arde, Alta Suciedad y una vez más la confirmación de cuando una canción es elevada al Olimpo por la gente como es Paloma. Luego llegaron los bises con el rock stone Canal 69 para unirlo con el tango Volver y el adiós final con Flaca, y el gesto de abrazo gigante y eterno de AC a todo el Luna Park que durante dos noches de gloria y rock, en la que no solo ratificó su romance con el público argentino sino que bebió de un néctar muy especial: El cariño y el latido del corazón del pueblo.

Los escuderos de El Salmón
Acompañaron a Andrés Calamaro en las presentaciones en el Luna Park Candy Caramelo en bajo, el Niño Bruno en batería, Tito Dávila en teclados y Julián Kanevsy, Geny Galo y Diego García en guitarras.

Luis V.

========================= & ========================
Salmón inoxidable

“En el ´84 debuté acá con Miguel Abuelo, volvía tocar en el 98 y hace cuatro años regresé con La Bersuit, gracias por tanto Buenos Aires“, exclamó un emocionado Calamaro al que sin dudas este escenario le sienta al dedillo. Ante un Luna en formato teatro, Andrés desplegó durante más de dos horas un repertorio de lujo que viajó por viejos temas de Los Rodríguez hasta La Lengua Popular.

Las seis mil personas que cantaron a la par de Andrés toda la lista de temas, pudieron apreciar una de las mejores -sino la mejor- versión de Calamaro. Sólido con su voz, prueba y acierta a la hora de matizar o versionar sus clásicos. Capaz de emocionar con Todavía una canción, tema poco frecuentado de la época de Los Rodríguez, rendirse a sus pies cuando se calza el saco y se despacha con Jugar con Fuego (de su autoría junto a Mariano Mores) y Los Mareados o rockear si la ocasión lo amerita, como en El Salmón o Alta Suciedad.

Fueron veintiocho temas en un show que se puede partir en dos. La primera, más tranquila, plagada de sutilezas y celulares iluminando el estadio, contó con El día de la mujer mundial y una versión jazzera de Los Aviones, como puntos altos de la noche. Después de los mencionados tangos, llegó una trilogía emotiva compuesta por El novio del olvido, Copa rota y Estadio Azteca.

“Pueden arrancar la butaca y llevársela, por lo caro que pagaron la entrada” bromeó Calamaro antes de presentar a la banda y comenzar, si se quiere, con la parte más rockera. El Salmón invitó por primera vez en la noche a saltar de los asientos y siguió una muy festejada versión de Los Chicos. Aunque esta parte más intensa, también le dio lugar sobre el final a Paloma y el cierra con Flaca, obviamente, las dos cantadas por todo el estadio.

Sería injusto finalizar el comentario sin mencionar a los músicos que acompaña a Calamaro. Candy Caramelo en bajo, el Niño Bruno en batería, Tito Dávila en teclados y Julián Kanevsy, Geny Galo y Diego García en guitarras, forman un tándem ajustado, delicado por momentos y poderoso en otros, cumpliendo a la perfección cada uno en su tarea.

Pablo Z.

/////////////////////////////////////////////////////////////// &&&&&

En el Luna Park, Andrés Calamaro recreó la década recuperada en sus “Obras incompletas”, llevando al límite el costado más virtuoso y explosivo de sus canciones. Enviado especial.

Javier Mattio
Enviado especial a Buenos Aires
jmattio@lavozdelinterior.com.ar

Con anteojos de sol, saco y remera, y una actitud encendidamente rockera –más cercana a Lou Reed que a Bob Dylan–, Andrés Calamaro cerró el domingo su serie de dos conciertos en el Luna Park. Allí presentó su caja Andrés (Obras incompletas), repaso de una década de caída y redención, a la luz del éxito alcanzado con La lengua popular, epígono de la cima lograda hace 10 años por Alta Suciedad.

De la fuente inagotable de hits conseguidos en esos trabajos (principalmente de Alta suciedad) fue que Andrés extrajo las armas más potentes para la gira, si bien lo que más sorprende es el blanqueo y consagración de la factoría casera (anti) hits de Honestidad brutal y El salmón, mezclados en el repertorio del cantante como armas eficaces, tanto o más letales que las de su era mainstream.

En el escenario, Calamaro no dejó lugar a las dudas o los matices: salió a luchar, bien al frente, con un cuarteto de guitarras (más un bajo, batería y teclados) criminales, decidido a recrear el costado más virtuoso y explosivo de sus canciones; lejos de la emotividad de su regreso, el recital del Luna Park resplandeció de poder y de gloria, aunque, por supuesto, sin dejar de lado la amistad, el respeto y la honestidad (brutal).

Más orgullo que miedo. El show arrancó con La parte de adelante, y siguió con una serie de canciones de receta asegurada (Carnaval de Brasil, Mi gin tonic, Donde manda marinero, Media Verónica). La seguidilla de estándares se quebró con una perla recobrada de la era Los Rodríguez, Todavía una canción de amor, con letra de Joaquín Sabina, que el público celebró extasiado, y tras el “dylanesco” Elvis está vivo (Andrés lució el emblema “I saw Elvis” de su remera), llegó otra sorpresa: Para seguir, testamento de épocas oscuras de las que el Salmón emergió fuerte y renovado.

Esa recuperación (epopeya leída en su repertorio, mezcla de autobiografía, ficción y mapa nacional de los últimos años) se evidenciaba en su buen estado físico y una voz limpia y segura, que alcanzaba falsetes y registros bajos por igual, mientras el público cantaba los temas en su tono normal. La participación de la gente, que llenó el Luna Park, fue parte ineludible del show, y Calamaro alentó esa complicidad: “Salieron caras las entradas, así que pueden arrancar las butacas y llevárselas a sus casas”.

El retrato de Marilyn Monroe sirvió de fondo para la sombría estridencia de El día mundial de la mujer (texturas de guitarras densas y brumosas), y Stairway to Heaven de Led Zeppelin hizo de anticipo y épico final en la bossa Los aviones, antes de que Calamaro caminara solitario por el escenario recordando a “los fantasmas que habitan el Luna Park y que hoy están aquí”. Entre ellos Miguel Abuelo, con quien tocara allí en 1984 junto a Los Abuelos de la Nada, y Guillermo Martín, guitarrista español que lo acompañó en la gira de 1998.

Templo del “box set”. De esa turbulenta década que recupera Obras incompletas (1997-2007), no deben olvidarse aquellos trabajos en que Andrés coqueteó con los géneros populares (otra faceta más del Salmón), como El cantante y Tinta roja. Esa impronta marcó la continuación del show, con tangos de la casa como Jugar con fuego (a solas con el piano de “Tito” Dávila) y clásicos de arrabal como Los mareados y Copa rota.

A partir de ahí, Calamaro emprendió sin remordimientos una decena de temas furiosos, elegantes, siempre al tope y al borde del empalago y la fastuosidad. El salmón y Los chicos (himnos under de estadio) marcaron esa cima, y el éxtasis se mantuvo con Tuyo siempre, A los ojos y Días distintos, hasta que llegó una oportuna bajada con Me estás atrapando otra vez.

Sin dar tregua, apuntando al regocijo hitero, entonó Crímenes perfectos (sacándose los anteojos, mostrando la persona atrás del personaje, gesto que siempre conmueve) y cerró con una serie de cross a la mandíbula (y al corazón) propios de su box set, término apropiado para esa noche en el Luna Park, con Alta suciedad, Paloma, Canal 69 y Flaca. Como todo campeón, se retiró aclamado, con una toalla sobre los hombros.