Bowie!

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Bowie!

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Terminó con un disco flamante una vida de cuarenta o cincuenta años de creaciones, imagen, proyección, vanguardias y personaje clave para el rock, la imaginación roquera, la libertad y la inteligencia al servicio de lo que, en su caso es indudable, bien puede llamarse arte pop. Casualmente, si digo casualmente es porque me encuentro en un periodo de dudas y replanteos estéticos, su ultimo disco intenta (lo leí) no sonar como (a) rock, no ser rock.

No se como fue dicho exactamente, ni como hay que decirlo, pero (es que no lo escuche aun mas allá de un anticipo de diez minutos) intentaba no grabar un último disco roquero ni apegado a los sonidos o la fantasía roquera. Yo que soy muy respetuoso de la carrera integral de David Bowie, de la que todos conocemos -y aceptamos- momentos geniales y algún desacierto, le aplaudo en sus reinvenciones personales y musicales, incluso le acepto con agrado en algunos de sus episodios de la década del ochenta, hace ya treinta años, cuando se presentó como caballero mainstream vampirizando un “dance” que fue la etiqueta de el álbum que lo llevó a las portadas de la Time y la Newsweek. Dudo ahora si su álbum anterior había sido Scary Monsters, considerado por los mas puristas como un disco en su línea mas autentica contrastando con la obra para todos los públicos que fue su aventura bailable que tampoco estiró mucho mas allá de dos discos ni había sido su primer experimento con el soul o “lo bailable”. Digamos que se transitó a si mismo en clave alemana berlinesa, vanguardista, rock n roll teatro, acústica (tecnológica, hard roquera, elegante, etc) … La palabra mas vulgarmente usada para David Bowie es “camaleónico”, pero siempre imprimió una personalidad fuerte, sentido del humor y compromiso con un rock de diseño, pensado con inteligencia mas allá de la honestidad, que nadie pone en duda. Sin discusion, el rock le debe mucho a DB pero también el diseño de imágenes y , no se si la deuda es mediana pero dejo allí su huella, el cine en donde David incursionó con interés inopinable como vampiro, como marciano, como brujo, como si mismo en graciosos cameos. Es muy poderoso este último capitulo en la vida y la obra de David. Aun sin escuchar el álbum, que se había anticipado con una o dos canciones complejas y comprometidas, grabadas con músicos de jazz, hay que considerar que fue realizado en la dura batalla, quizás sabiendo que era el ultimo round de una pelea inevitable pero inevitablemente injusta, la de la vida misma. Adiós, David Bowie. Al bailarín, al berlinés, al glamuroso, al enigmático, al sonriente y carismático hombre de mil caras y un ojo de vidrio, otra teoría no del todo confirmada. Único en su clase.

 

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Se van … y todos nos vamos. Se fueron Paco de Lucia, Johnny Winter, Juan Moneo “el torta” y “Chocolate” Armenteros … Todos le dieron a la música muchos detalles y profundas cosas. Se fue Coltrane, se fueron Miles Davis y George Harrison.

Todos habíamos escuchado rumores a propósito de la salud de David Bowie, que no se había prodigado mucho on the road en los últimos años; su anterior disco llego casi por sorpresa para diluir por un momento las habladurías. Algunos artistas viven muy pocos años y sin embargo ofrecen una obra influyente, probablemente el paradigma sea Jimi Hendrix (un músico que domino el instrumento y el espíritu como pocos -o nadie- en el rock)… o Charlie Parker.

Otros viven para trascender generaciones y reformularse, como es el caso de Miles Davis que sobrevivió décadas para reinventarse. David Bowie fue David Bowie desde que los Beatles eran los Beatles, desde que el Apollo 11 llego a la luna y Lou Reed era un Velvet. Fue un caballero-artista del rock ingles y universal, lo tuvo todo a favor y supo rodearse de gente valiosa para reencarnar en vida muchas veces.

En el documental “FIve Years” se entiende a lo que me refiero; manipula el rock para que el rock no lo “manipule a el”, haciendo teatro donde la mayoría hace circo, para después despedir al personaje y presentarse como “joven americano” del soul imposible y Luther Vandross en el coro; para después mudarse a Berlín -la del muro- con Robert Fripp y Brian Eno. Fue portada de la revista Time en plan vampírico del dance que volvía a ofrecer esta vez desde un prisma mas “ambicioso”, una jugada que repitió con éxito no mas de una vez (Tonight no gustó demasiado a sus fieles); también naufragó con discos, giras y proyectos que ahora podremos revisitar desde otra óptica, la del lente de la ausencia …

La maquina de lata, la araña de cristal …

Dicen que en las redes hay una batalla encarnizada para demostrar quien es digno de una mayor aflicción por la desaparición física del duque. Que es la única que importa. Hoy los huérfanos quieren ser viudas del duque blanco que nos gustaba mucho a todos desde la complejidad siempre seductora de su sonrisa. Como cada artista que deja atrás el eco de la música, como Paco y Chocolate, como Juan y Winter, David Bowie deja un rastro de imagen, y música y sonido, y personalidad … De savoir faire y de inteligencia, un saber estar acompañado por mitos y habladurías (si bebía sus propios orines, si tenia implantes capilares y un ojo de vidrio, si le encontraron en la cama con Mick, si estaba enfermo) que se terminaron con la aparición de un disco.

Un epitafio demoledor para alguien que lo había hecho todo menos escribir este epitafio demoledor.