Puente Aereo

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Puente Aéreo: Tertulias de Riggan y Fernando.

RR: Me gusta de Barcelona … El respeto de las gentes, que se siente en las calles del downtown. Las buenas maneras de los mestizos, con señorío catalán y dulzura española. Sin ofender a nadie, dios me libre.
FCH: Que curioso escucharte mentar a dios. Con mayúscula si alguien sensible así lo prefiere …
RR: Hay un vinculo que es mas estrecho según vuelvo y me voy contento de Barcelona, casi siempre cargado de discos que compro con alegría y mejor variedad y precio que en Madrid. Otra tradición disquera distinta. Antes gastaba pequeñas fortunas en sastrería elegante, ahora me conformo con atiborrarme de música y comer en el Siete Puertas, una lubina al vino blanco. Si se tercia caminar, descubrir rincones; si hay futbol, al palco … Que maravilla. En Barcelona me hice tatuajes en la piel, compré absenta y guitarras, ropa buena. Tengo 25 años de recuerdos y algún prudente olvido barcelonés. Picantes y deliciosos recuerdos recostados en el mar.
FCH: Supongo que los disqueros ya te conocen después de comprar con alegría y desde los años de la peseta.
RR: Ciertamente. En otros términos, tengo que reconocer que es una ciudad superpoblada de visitantes y migrantes. En extremo cosmopolita, como Paris o London. Parece mentira pero la ciudad pierde ciertos encantos cuando el mundo se le integra, eso es mucho decir en una ciudad esplendida, de arquitectura extraordinaria, modernista y misteriosa como es, o debería ser, Barcelona.
FCH: ¿Cómo llevas el asunto de la identidad nacional y el idioma?
RR: Lógicamente, los catalanes son catalanes, dicho así parece una obviedad. Hablan catalán y a partir de cierta generación en adelante, también piensan en catalán. No tanto los muchachos de nuestros años como otros mas jóvenes. Digamos … de la mitad de nuestra edad.
FCH: Que son edades ya. Edades medias.
RR: El encanto de una ciudad tan cosmopolita hay que digerirlo, no se trata solamente de variedad y tolerancia. Hay ciertas zonas de la ciudad que son un hormiguero plurinacional. No se como se sentirán los vecinos, porque ya no es la migración de andaluces, ni un abuelo aragonés, ni hippies argentinos. Es una corriente turística y un tenor universalista mayor que el de la media en las ciudades del estado español. Una generación mas y los musulmanes moderados van a ser una fuerza electoral considerable. Independencia o sumisión.
RR: El tiempo y sus indeclinables cambios. El progreso es algo distinto de lo que imaginábamos -o especulábamos- cuando el futuro era una perspectiva lejana. Antes del milenarismo. La evolución tecnológica desinforma, la información viral es inquisitorial, no sirve para curar enfermedades. No estamos celebrando un renacimiento cultural digital, mas bien todo lo contrario. Una edad media. Volviendo atrás y en otros términos, una próxima generación podría reconvertir la identidad étnica de estas naciones laicas donde el fracaso de la derecha y sus recetas monetaristas parecen inevitables. Quizás tengamos suerte, prohíben internet y reintegran la costumbre tauromáquica.
FCH: En términos políticos, no es que los populismos estén saliendo adelante.
RR: Ni mucho menos. Justamente por eso hay que considerar posible un advenimiento de un “fundamentalismo de la moderación” mas allá de lo que ahora mismo estamos dispuestos a aceptar como probable.
FCH: En otras capitales de Europa el futuro parece mas cercano que en Madrid. Si me permites alternar temas entre el apocalipsis tecnológico y los destinos políticos multiétnicos.
RR: Que me gusta de Madrid … Caminar por La Latina a comprar buenas verduras y pollo de corral, andar por Los Austrias para hacer ejercicios en un gimnasio sin alma. No es el gimnasio sin alma el punto, pero llegar andando por Los Austrias tiene el encanto de las pequeñas grandes cosas. El silencio roto por los aullidos de los pupilos del San Ildefonso. La tienda de Comestibles de Don Paco. Pedir una coca cola en un bar y ser el único que no bebe cerveza.
FCH: Comprar discos no es una prioridad o un beneficio estando en Madrid …
RR: Las ediciones americanas de segunda mano, que en Barcelona pagamos ocho euros, en Madrid costarían el triple solo por ser ediciones americanas de un disco viejo. Incluso una edición española de los (años) ochenta se cobra a precio de anticuario. Gradualmente se impone, siguiendo el hilo literario, una sumisión televidente, se redirige el consumo a las series “universalmente” aceptadas como buenas.
FCH: No es excluyente de Madrid pero digamos que conviven las costumbres castizas cerveceras con ciertas aspiraciones de consumo sofisticado. La capital, como tal, esta sometida a los vaivenes políticos e informativos, y a la sed de tendencias, valga la redundancia, capitalinas.
RR: Caramba.