El Burro

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Tertulias: El Burro

RR: Fernando, para empezar debo decirte que adoro a la mayoría de los animales …
FCH: Muy bien!
RR: No tengo afinidad con los insectos y preferiría no encontrarme con ciertos reptiles o , eventualmente, con un grizzlie (oso pardo). No desde que vi el icónico filme de Herzog.
FCH: Caramba, lo recuerdo. Si.
RR: Fui cariñoso cuando tuve gatos y perros, aunque alguna vez, ay de mi, deje al perro en el balcón, harto yo de masticar pelos que iba “sembrando” por toda la casa …
FCH: La casa es chica pero el corazón es grande.
RR: Pero humanizaba sus gracias, le sacaba fotos y quizás llegue a hablarle en alguna ocasión …
FCH: Eso además de esas formidables botas texanas que traes de Monterrey, las ultimas con cuero de cola de cocodrilo …
RR: Entiendo tu sarcasmo pero lo se encajar, tengo en mi propiedad chaquetas de cuero, cinturones de cuero con elegantes hebillas y algunas botas, aunque generalmente uso calzado deportivo …
FCH: ¿Que hay de regular la alimentación y ser mas responsable con la ingesta de animales sacrificados y procesados en beneficio de la gastronomía y los paladares?
RR: Bien, soy tolerante con el noble arte gastronómico …
FCH: Eso no es arte …. Era broma. No te quise interrumpir.
RR: No me hace ruido el prestigio que últimamente tienen los cocineros, visite algunos de los mas prestigiosos restaurantes de Expaña, probé la cocina experimental, me trataron de manera fraternal y formidable, y en la gran mayoría de los casos comí esplendida gastronomia.
FCH: Yo podría ser vegetariano si se dieran las circunstancias.
RR: ¿Cómo es eso?
FCH: Bueno, ajustarse a la ingesta responsable de vegetales, evitando derivados de animales, es un “trabajo” a tiempo completo, es casi una empresa familiar, un esfuerzo colectivo.
RR: Fernando, sabrás que a principios de siglo adopte a un burro ibérico, un simpático gordinflón con carácter y dulzura, le llame Romero … y murió en mis brazos.
FCH: Caramba, lo siento mucho.
RR: Te lo cuento con mi mayor sinceridad. Estaba lloviendo sostenido en el pueblo, y no tenia un cobertizo para evitarle a Romero mojarse y tomar frio, entonces lleve al noble animal a lo de un viejo que criaba cerdos a 400 metros de mi vivienda.
FCH: Bien pensado.
RR: A la mañana siguiente me toca la puerta el hombre de los puercos, desencajado. Romero había sufrido un accidente, estaba herido. Entonces nos fuimos a verle. A decir verdad, todos los hombres adultos del pueblo estaban reunidos alrededor del burro intentando ayudar en algo. El noble animal estaba perdiendo sangre, seguramente herido en una arteria importante de la pata porque no podía levantarse ni apenas moverse.
FCH: …
RR: Romero era una reivindicación en si mismo, lo tenía conmigo para darle bienestar. Los burros fueron maltratados y nadie agradeció el enorme servicio que dieron a la humanidad antes de la gasolina. Servidor alquiló una parcela para que sea el territorio del Burro, sacarlo a pasear, convidarle con pan viejo, acariciarle el flequillo y hablarle como se habla a los animales … Las cosas cambiaron un poco cuando llego al terreno lindante una burrita gris …
FCH: El amor …
RR: Supongo que si porque se pasaban las tardes juntos, se llamaban y se hacían mas que compañía …
FCH: ….
RR: No se si Romero estaba habilitado para la reproducción, yo sospecho que no, pero el corazón también tira y mi amigo intentaba tener una cierta intimidad con su compañera. Aquella mañana de intensas lluvias tuve que separarlos, hacía frio y me preocupaba la salud de Romerito. Créeme Fernando que, mientras se alejaba la llamaba con un berrido romántico, ese relincho particular de los burros, angustiado el tío que no entendía que lo estábamos aislando por unos días hasta pasadas las precipitaciones y el frio.
FCH: Los amantes de Verona.
RR: Pues ahí estábamos, todos los hombres adultos del pueblo, esperando a la veterinaria y tratando de entender que había pasado, porque Romero estaba herido en una pierna. Buscamos rastros de un jabalí, o sangre en alguna parte, pero no conseguimos dar con el origen de la herida por donde Romero sangraba su vida.
FCH: Caramba, tu relato ha conseguido emocionarme, jamás voy a dudar de tu amor y tu compasión con los animales. Por mucho que frecuentes restaurantes y compres botas de cuero en Monterrey.
RR: Entre todos los hombretones del pueblo, gente de campo que ponía alambradas conmigo y compartía con servidor sus desayunos, apenas si pudimos intentar levantar a Romero, pero no fue posible, apenas si le encontramos un lugar mas accesible en nuestros vanos intentos por ponerle de pie … Mientras tanto seguíamos buscando una explicación. Pero yo creo que murió consecuencia de un amor que, paradojico, llego para alegrarle su jubilación. Había adoptado al burro porque ya no servía para labores rurales, quizás por la edad y probablemente por la comodidad de las maquinas a gasolina.
FCH: Fue el amor …
RR: Sin sarcasmo, los burros estaban francamente encariñados y no dejaban de llamarse a la distancia con graciosos, trágicos y románticos graznidos o relinchos propios de su especie. Supongo que en el intento desesperado de reencontrarse con su amor adulto, Romero saco fuerzas de donde no las tenia (si que era fuerte el cabrón), intento salirse de la parcela provisoria en donde esperaba el fin de las lluvias, saltar algún obstáculo y llegar campo traviesa hasta donde la burra le llamaba …
FCH: Y en los intentos se lastimo, con tan mala suerte de perforarse una arteria importante y perder mucha sangre …
RR. Supongo que si, nadie mas encontró otra explicación.
FCH: …
RR: Entonces la veterinaria, después de considerar la situación, se decidió por ofrecerle una muerte digna …
FCH: Un derecho que las personas humanas no tienen.
RR: Una inyección para adormecerlo y otra para detener los latidos de aquel corazón enamorado.
FCH: Y murió en tus brazos …
RR: No deje de mirarle a los ojos hasta que dejo de vivir.
FCH: ….
RR: Después alguien se ofreció a traer maquinaria para levantar a Romero, cavar literalmente en la tierra y enterrarlo.
FCH: Una historia real.
RR: Como la vida misma.