Last tango en Bogotango

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Last tango en Bogotango

Anoche en Bogotá me deje la garganta y -probablemente, también- parte del alma. Exagerando un poco: me jugué el tipo cerrando la fecha -del sábado- en el lujoso Estereo Picnic, un gran festival con héroes universales de distintas vertientes del pop actual, bien representados por Jack White, Kings of Leon, Kasabian, Rudimental, Foster The People, Skrilex y el DJ mejor pagado del mundo, que responde al nombre de Calvin Harris. No va a ser sencillo desplegar una memoria musical completa, aunque apenas hayan pasado horas del completo y trabajado triunfo de anoche. El respetable se comporto con entrega generosa, ofreciendo atención y fervores; acaso todavía abrumados por una jornada completa (o dos , suponiendo con lógica que algunos se permitieron ver el festival completo) y por la hora y media del segmento de Harris, en esta nueva modalidad a mitad de los caminos del pop, la música electrónica accesible y un desaparecido desempeño del DJ tradicional. Ya no se escuchan discos, no hay una selección musical dinámica mutando según el estado anímico del publico, el horario o la ocasión. Esta nueva generación de DJ se comportan como autenticas estrellas, exigen especial tratamiento en el camerino y exigen sofisticado catering, se mueven rodeados de una guardia imperial de seguridades y … ya no ponen discos.
Después de una maratónica tarde de festival y el remate de Harris, el publico seguía hermosamente despierto y animado, nos recibieron con una inolvidable ovación y acompañaron escuchando y cantando todo el concierto, que empezó con una serie de canciones de poderosa textura roquera, que ofreció canciones del álbum Bohemio, que no escatimó en aquellas preferidas del publico, que aterrizo en los aeropuertos de la nostalgia sin abusar del túnel del tiempo, y termino dos veces con una aglomeración de emoción que mereció (visto lo visto) una arrebatadora reacción del publico que superaba los 25.000 … Personalmente me despache con una interpretación dinámica, permitiéndome improvisar con las melodías e interactuar con el publico en un ida y vuelta desde la ejecución circunspecta a un discreto y curioso juego escénico inspirado en la gratitud genuina, siempre en la búsqueda de versiones originales -y distintas- de las canciones que siguen cumpliendo años. Elegimos un repertorio de “éxitos” mas allá del real éxito que hayan celebrado estas canciones en Colombia adonde vinimos por primera vez en el año 2.008, hace apenas siete importantes años. Cada canción, cada compas, era la plataforma para reinventarse y arriesgar en el juego de la re-versión vocal , de la misma forma en que se desempeñan los instrumentos, permitiendo reformular una misma canción cada vez. Me parece acertado respetar las melodías, especialmente aquellas que fueron escritas por un tercero en una partitura, aprendí que hay que obedecer a la melodía de los tangos y permitirse la expresión sin variar en la línea melódica estrictamente escrita en un pentagrama. Pero en el genero que nosotros practicamos y ofrecemos, el respeto por la línea melódica no tiene porque ser una cuestión de fidelidad religiosa; no son partituras, mas bien son (fueron) instantes en el estudio buscando perpetuarse en el mejor disco posible; en el directo pensamos en modo de rock y blues. Ofrecer una interpretación siempre distinta me permite irme y volver de las melodías instaladas y originales. Entiendo la importancia de la canción reconocible pero también considero que ofrecer nuevas melodías y expresión también es en “adonde esta” la música, un verdadero ejercicio musical. Tampoco me considero un compositor académico de partituras intocables y bebo de las fuentes de géneros musicales en donde la expresión y la dinámica son la encarnadura misma de la existencia del todo.
Así me deje -en un in crescendo- la garganta, el cuerpo y parte del espíritu; anoche en el formidable fresco de la noche bogotana, asumiendo el recital de ayer con la mayor cuota de responsabilidad y un cierto estigma de sacrificio (o “sensación de sacrificio”) fiel al apostolado del gran gurú ético y moral de la humanidad musical y la argentinidad criolla, Atahualpa Yupanqui. Otra noche de consagración consagratoria, quizás la mas importante después del sorprendente debut de nosotros en el parque Simón Bolívar, siete años atrás. Hablando poco y cantando mas, calentamos el repertorio y, dicho vulgarmente, derretimos el frescor de la noche de anoche. Cuando tenia todas conmigo, me permití provocar la conciencia del respetable, un publico que ya no es bandera de rebeldía , un publico joven que practica un progresismo intolerante y libra batallas light en distintos frentes. Asimismo el publico que tenemos en Colombia, que es el mejor del mundo. Llego el momento inevitable de saludar (tarde pero seguro) al sacrificio de los novilleros bogotanos. Cuando teníamos el concierto dominado y en un puño, llegaron los gestos tauromáquicos, saludados por una solitaria bandera colombiana tocada por el tradicional perfil de toro de Osborne en el tricolor. Fuimos despedidos con un clamor que hiela la sangre y la calienta al mismo tiempo.
Algunos músicos se permiten soñar con noches como la de anoche, con demasiado publico reconquistado, recibir ofreciendo y, en líneas generales, un normal pero brillante desarrollo de las cosas. Un triunfo bien trabajado, con libertad e imaginación, saludado por el éxtasis colectivo de un respetable que llego para escucharnos entre otros artistas de idéntica o mayor categoría, un publico no-cautivo que se perdía en el horizonte iluminado por los distintos escenarios de un festival de ultima generación. Un publico mixto, no necesariamente joven en extremo, un publico de varones y parejas , personal que una noche antes se había deleitado escuchando el mimado del pop mundial, el siempre original e interesante Jack White, que encontró dormitorio en la misma planta del mismo hotel desde donde escribo estas agradecidas líneas que se quedan cortas de análisis musical y del homenaje que se merece la cuadrilla de músicos y valiosos elementos que llego hasta Bogotá para ponerme al frente de semejante triunfo. Como si fuera esta noche (de anoche) la ultima vez … Así tiene que ser: Cantar como si nunca hubiera cantado y como si nunca fuera a cantar de nuevo. Inmortal.