BIEN, GRACIAS.

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BIEN, GRACIAS.

El represor Jorge “el Tigre” Acosta presentó ayer un escrito ante el Tribunal Oral Federal Número 5, que juzga a los represores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en el que advirtió que después del golpe del ‘76 no hubo represión ilegal sino una guerra, que esa guerra aún continúa y que uno de los enemigos a vencer es el cantante Andrés Calamaro.

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El cronista Juan Fernando Andrade se estrenó como novelista. En noviembre pasado presentó en la Feria del Libro, en Quito, su obra Hablas demasiado. El joven autor, amante del cine y el rock, ha cocinado una ópera prima vertiginosa sobre el universo adolescente.
En el texto hay una especie de cartografía musical y cinematográfica, ¿intencional?
Por supuesto. Uno no puede escoger a su familia y, a veces, ni siquiera puede elegir a sus amigos. Pero siempre puede decidir quiénes son sus héroes y, si son los correctos, tiene muchas probabilidades de salvarse. Miguel, el protagonista, tiene claro cuáles son los próceres de su patria chica, y esa es la moral que predica y camina. Además, quería hablar sobre la hermandad cósmica, la gente que está unida por sus gustos. Por ejemplo: es más probable conectar con un polaco que escucha The White Stripes que con un vecino que ama el reggaetón. A algunos les salva la vida la penicilina, otros hemos vuelto de la muerte con Andrés Calamaro.

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Hubo un giro violento. Lo que se decía ya no iría a tener formato: se regalaría, se lo entregaría sin más porque había sido concebido de esa manera, con el fin de que una vez pronunciado, fuera escuchado. Y así fue. El material que produjo Andrés Calamaro en Tacuarentown luego de El Salmón no tuvo ni título ni orden jerárquico. Estaba ahí, al alcance de todos, y desperdigado por su propia casa. Sólo el vértigo lo describe, sólo la violencia de la propia humanidad cuando se deja entrever que una obra puede animarse a extensiones insospechadas. Tal como declaró Paul Valéry en sus Cahiers: “una obra de arte digna del artista sería aquella cuya ejecución fuera también una obra de arte – por la delicadeza y la profundidad de las dudas – el entusiasmo bien medido, y rematando casi la tarea con maestría en el desarrollo de las operaciones – Eso es inhumano.”

(M.A.)