Volumen 11

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Volumen 11

Otras Grabaciones Encontradas de Calamaro
Por Rubén Cetrángolo
Entre temas propios, versiones de temas ajenos y hasta un instrumental, el Salmón revaloriza su estatura de gran artista y su condición de imprevisibl
Está visto que con Andrés Calamaro nunca se puede predecir qué traerá entre manos al momento de lanzar un nuevo disco. Empezó el año con una obra exclusiva de voz y piano (Romaphonic Sessions) y lo cierra con Volumen 11, una especie de “Grabaciones Encontradas” más pulidas que aquellas que dieron vida a dos volúmenes a comienzos de los años ’90, donde vuelve a explotar su veta más rockera y blusera, con homenajes al género y a una figura como Pappo y guiños a Adrián Otero y a Luis Alberto Spinetta. Entre temas propios (algunos con letras extensas que obligan a tener a mano el librito interno), versiones de temas ajenos y hasta un instrumental, Calamaro revaloriza su estatura de gran artista y su condición de imprevisible. Sin la asimilación rápida que tuvo un álbum como Bohemio (2013) y menos aún que el exitoso La Lengua Popular (2007), Volumen 11 se presenta como un registro que amerita más de una escucha pero que, como los buenos vinos, el tiempo o las continuas pasadas- permitirá ir descubriendo varios temas que terminarán incrementando el manual de clásicos del artista. El disco tiene 19 tracks; en varios está acompañado de su ladero Germán Wiedemer, en teclados; en otros aparece la banda que lo acompañó en el Personal Fest y cuatro canciones las grabó el solo haciéndose cargo de la voz, los coros, las guitarras, el bajo y la armónica. El álbum comienza con “Apocalipsis en Malasaña”, un tema escrito para El Bar, la próxima película del director Alex de la Iglesia; es un rock sucio, bien podrido e ideal para abrir futuros conciertos cuando Andrés vuelva a presentarse con su banda completa. Las cuatro canciones que siguen son bien distintas y marcan tal vez el mejor momento del disco. En “Frío y barro (2º Parte)” el falsete vocal y un estribillo contundente (“El opio ya no es el opio; no es opio, ni es del pueblo”) sobresalen sobre una bella melodía. El medio tiempo de “Rock y juventud”, sobre un loop de percusión y ese guiño al Flaco Spinetta de uno de los versos (“Con clavos verdaderos y sed verdadera”) la convierten en una pieza para iluminar con celulares cuando suene en vivo. Ahí nomás “Tan triste no es el blues” es otro punto alto, con ciertos aires country y un guiño a su amistad con Pappo. La última de ese cuarteto de alto vuelo es “La noche”, el single del álbum que ya suena en las FM como advirtió el autor de “Paloma” al señalar que “por su guitarrero atractivo musical tiene un potencial radial”. De las cuatro versiones (lo que Calamaro hace lejos está de considerarse covers), tres son del cancionero rockero argentino. En “Como el viento voy a ver”, Andres canta y toca el piano, la guitarra y el bajo para tributar a su estilo el clásico de Pescado Rabioso. En “Mareo”, transforma la canción de Babasónicos en un hermoso bolero a puro piano y “El Blues de Santa Fe” lo hace de nuevo solo (canta, mete coros, toca viola y bajo) y le suma un aire más podrido y crudo que a la original del Carpo. El disco suma dos blues más: “El huevo y la gallina”, con otra extensa letra y cierto mimo a Adrián Otero y “Blues y orquesta”, con una propuesta jugada y una poesía que habla de presos sin libertad, de una noche de fin de año y hasta del Circo de Marrone (“En el Circo de Marrone todos quieren tomar La Bastilla/ es demasiado inofensivo y poco peligroso”). Pappo reaparece homenajeado en la sentida “Hasta el cielo” (“Mis abuelos en el campo de algodón, me enseñaron a cantar para vivir; y mi amigo el del Blues de Santa Fe, a vivir para tocar el rock y el blues”) y al mexicano José Alfredo Jiménez lo tributa versionando su ranchera “Que te vaya bonito”. Antes de los cierres con el instrumental “Trujillo triste” y el bonus “La burra” (la voz que suena es de Jorge Larrosa) la veta rockera aparece en “Pánico en Benidorm” y en “Cazador de Ateos”, para redondear estas nuevas Grabaciones encontradas, ahora con un lustre que les dan más brillo.