Revoluciones

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Riggan Redondo: Impulsamos una idea que puede malinterpretarse cuando nos enfrentamos al pronostico de claustrofobia cultural y las inquisitoriales leches, la radicalización de la política hacia una opresión cultural y otras perversiones que ya están instalándose en el sistema; pero no estamos alentando un liberalismo perverso del que no formamos parte, somos un atalaya bohemia, un faro de modernidad ética. Son empresas como Apple o Google (solo por citar dos monstruos simbólicos del Silicon Saudita, pero también ocurre con los gigantes de la telefonía celular , las cadenas alimentarias y casi con cualquier mega empresa que sobreviva o haya sido recomprada -abducida- por fondos de inversión o fusión astronómica) los que no pagan impuestos y tributan en las Bermudas ahorrándose (con comillas), y de forma delincuencial, decenas  de miles de millones. No defendemos que la pirámide de sueldos sea desigual a rajatablas ni se aliente la cultura evasiva en la cual, para ser totalmente sinceros, cualquiera intenta participar con la complejidad que sistemas financieros sofisticados (que absorben cantidades pornográficas de dinero que no tributan al bien común) son muy caros de mantener. Desde la instalación del Mundo Milton hace mas de treinta años, las diferencias son mayores, la desigualdad es peor y considerarlo, incluso denunciarlo, no es propiedad intelectual ni deber moral de la izquierda progresista ni de los indignados o del anti sistema solamente; muy por el contrario los abanderados de la política marginal quieren participar desde arriba de la pirámide, vieron una oportunidad de empoderarse para enriquecerse y ofrecer posiciones (mayormente ocupadas por amigos, parientes o conocidos cuando no a empresas convenientes) que van a manejar presupuestos  muchísimo mayores que lo que suponemos que son los sueldos que perciben, y eso es como dejar la puerta abierta de tu casa con los electrodomésticos a la vista en un vecindario lleno de cacos. Lo que denunciamos es una distorsión de la moral y de las estructuras culturales que van a ser manipuladas para seducir a un publico milenarista, indignado, necesitado de seguir flautistas y de creer que alguien los representa mientras lo que hacen es ofrecer oportunidades a un grupo organizado con estrategias de mercadeo para crecer dentro de la propia pirámide de poder político aliada de los poderosos en todas las áreas, el capitalismo esta contaminado; puede funcionar bien y de una manera mas justa pero esta contaminado desde hace décadas y seriamos demasiado ingenuos si echamos las culpas a los gobiernos mas recientes solamente, aun sabiendo que el sistema político defiende a los poderosos y también, como Apple, desvía beneficios a los paraísos fiscales. Todos caímos  en la trampa de estas mega empresas de mercado virtual o digital, sufrimos el látigo impositivo y no percibimos ninguna ventaja. Si no queremos considerarnos parte de la izquierda anti-sistemas es porque creemos que es una solidaridad transgénica que va a repartir poder entre una caterva de actores del resentimiento que solo pueden empeorarnos la vida aunque argumenten que frenaron desahucios como si hubieran luchado contra Adolfo Hitler (o hubieran sufrido torturas durante la dictadura). En la sociedad de bienestar donde un hombre blanco vive seguro, plantarse frente a la policía es un juego de niños comparado con aquellas revoluciones que le costaron vida y torturas a miles de latinoamericanos en los años setenta; la jactancia de rebelión, en ciertas condiciones (las de esta izquierda burguesa que ni sabe lo que es trabajar) es una burla y contra eso nos oponemos aun corriendo el riesgo de ser equívocamente considerados reaccionarios; y tenemos mas mano izquierda que la mayoría (y no se trata de habilidad en el piano) pero somos hombres de nuestro tiempo y no vamos a seguir al rebaño porque el comportamiento de las ovejas ni es propio de las personas ni individuales ni juntas en la lucha por el derecho a una vida mejor. Estas revoluciones podrían pisotear la libertad y la cultura.

Fernando Charles: Espero que hayas hablado en nombre mío también.

RR: Caramba.