Dimos la vida …

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Dimos la vida …

The Interview:

¿Cuál es el sentido o la necesidad de abrir las puertas de tu intimidad?

No sé si realmente existe la necesidad. No sé por qué creemos que es importante compartir con el público lo que estamos haciendo. Yo tuve una época de grabar mucha música y no mostrársela a nadie, y por momentos era perfectamente placentero y me sentía completo. Este libro incluye una serie de parrafadas que ya estaban en mis archivos, incluso algunas publicadas con anticipación. La mayoría de los lectores entienden otra cosa por intimidad porque el mundo interior es un asunto degradado por la televisión. Confieso que mis olvidos son más interesantes que mis memorias, y en estos términos curamos mis pre-textos sin dejar de escribir. Muchos elementos del “Paracaídas & Vueltas” escapan a la tradición confesional de diarios íntimos, pero creo que eso no le resta atractivo al libro, y los lectores se van a encontrar con una lectura laberíntica pero atractiva y colorida. Dulce y picante.

¿Qué cosas elegiste no contar?

Cosas que puedan incomodar a alguien. Mis biografías preferidas son La rabia de vivir (la vida de Mezzrow, un blanco que tocó el clarinete con Louis Armstrong), y Juan Belmonte, matador de toros (de Manuel Chávez Nogales), que es un clásico.  No hace falta ser aficionado al jazz, ni a las corridas de toros, para leerlos. Son retratos (mas bien murales) de una época, de un tiempo y un lugar. Y la pasión de los hombres. Crónicas, de Bob Dylan, me gusta porque es un libro muy bueno. Se escribió mucho sobre Bob Dylan. Después de tanta tinta bajo el puente, es él mismo el que escribe y ofrece estas crónicas en donde no parece sentir la necesidad de contarnos su infancia, ni sus divorcios. La leemos y seguimos sin saber cómo se llaman sus nietos; apenas si adivinamos algún detalle, como el color azul de una Harley Davidson. Sin embargo, es pura sustancia.

Tampoco vos hablas de tus asuntos de alcoba, que alimentaron al periodismo de escándalos y chismes. ¿Aprendiste de la experiencia?

Para mí es una desdicha que el público sepa de mi existencia fuera de lo que es la música, el rock y su folclore. Al mismo tiempo, pienso abusar de los privilegios de mi status. Yo me mantuve lejos de los focos toda la vida. Siempre fui un potencial escándalo, y todavía nadie sabe realmente nada de mí. El público es cruel desde que dejó de ser público para sentirse protagonista de su propio vómito virtual. Yo no me expuse, quizás fui victima de la infancia de las redes sociales y el auge de la televisión basurera. Tuve momentos escandalosos en mi vida, pero fueron otros y la prensa no hizo foco en mí, salvo muy contadas ocasiones. Bien aprovechado, hubiera generado escándalos como para un programa de televisión propio. Ahora es un poco tarde para eso, me despierto con dos termos de mate y voy a hacer gimnasia. Soy un generador de buenas noticias musicales: giras por el mundo, discos y discos en vivo, películas; informaciones que importan tres pepinos al conjunto de la radio, la televisión y los periódicos, en donde tengo amigos también.

Habrá que interpretar que es esa televisión basurera la que degradó el mundo interior. Ahora bien, ¿es responsabilidad del medio y su avidez por meterse en camas ajenas, de quienes faltos de argumentos para mantener presencia en las pantallas les abren las puertas de sus dormitorios, o del espectador que se ilusiona con ser parte de esas vidas que mira desde su comedor, o peor, su juez?

Hay que suponer que son tres patas que sostienen una mesa cuadrada. El medio no responde a la integridad cultural del país, ni al entretenimiento plural; están atosigando a la población con informaciones dirigidas a la distracción tragicómica o contaminarnos con furia y miedo. Es grotesco el espacio que ocupa el disparate, y la facilidad con que cambiamos de registro de lo dramático a lo frívolo y superficial. En el intermedio, veinte partidos de fútbol, vandalismo en el fútbol y debates de fútbol. En otros términos, y para otra clase de programas no completamente dedicados al deporte rey, hay mucha gente dispuesta a aparecer en la televisión buscando la notoriedad como solución final. En la antigua Grecia existía una única palabra para referirse al dinero y la fama. Aprendimos lo peor del pensamiento antiguo. De todos modos, si no hubiera gente ofreciendo sus vergüenzas a cambio de un poco de atención, la habría dispuesta a hacerlo por dinero. Sería mas razonable vender el honor por un precio justo. Más honorable. Y el público es “el chancho y las ganas de comer”. No tiene la culpa pero tampoco es inocente. Y siempre tiene hambre

¿Cambió tu relación con las redes sociales desde aquella “infancia”?

Hace veinte años te conectabas con veinte personas en una “sala virtual de conversaciones”. Ahora estamos en una comunidad de 500.000.000 de personas que varia según el numero de seguidores que uno tenga; yo tengo cada vez menos porque “la inquisitorial puritana” me considera perverso y sanguinario. En el micro-blog (no menciono al pájaro azul que pía desde Wall Street) se exponen presidentes e intelectuales, yo tengo un muro mayormente periodístico. La red me deprime un poco cuando todos están hablando de un mismo programa de televisión o de cuestiones balompédicas. Como ciudadano del mundo, cosmopolita e iconoclasta, me siento herido en mi orgullo. Aprendí cómo no aparecer en el periódico del día siguiente, y sé cuándo estoy provocando al público virtual. Si pudiera cambiar algo, refundaría un mundo sin Internet. Ya hizo mucho daño a la música en términos profesionales, y a la larga, artísticos.

En tu caso, también fue un canal muy ágil para mostrar mucha producción urgente, nocturna… ¿Qué lugar ocupa esa música en tu universo creativo?

Fueron más de dos mil visiones o artefactos musicales libres, independientes e interesantes. Para mí era una revolución en términos de música, grabaciones, formatos y distribución musical; un disco de mil canciones por dos. No respeta propiedad intelectual, viola las normas editoriales, tiene un alto contenido en cuanto a referencias musicales sofisticadas y literatura. El asunto sigue a disposición de quien quiera escucharlo. En soundcloud.com/a-k-25. Ahí están los Beatles moleculares conviviendo con Larralde y Henry Miller. Mi disco (dos veces) de mil canciones. Y gratis. Eso es terrorismo comercial y cultural del bueno. Fui premiado con la cárcel

 

Way of Life

“Le dimos la vida al rock, y a mí me la devolvió. En otros casos no fue así y muchos amigos dejaron su vida en el camino. En el mejor de los casos se dejaron el hígado. El mío es el ultimo hígado de una generación. Un día de estos hago un recuento de neuronas, pero con ellas tengo ventajas porque hay generaciones que no ven mas allá de su teléfono galáctico, y yo a esas edades no tenía ni televisión.”

“Si hiciéramos una pirámide con todos los reventados de la historia, yo estaría en la base o en el medio. A una distancia prudente del infierno.”

“Aquel que es bandera de lo que los demás no se atreverían a hacer jamás, es el que lo hizo casi todo. Un anti-héroe heroico. El asco y el orgullo de la sociedad al mismo tiempo. Sin embargo sostengo (insisto) que no fui “el peor de todos”. A los peores se los distingue observando ciertas características: ya son abuelos, necesitan un hígado nuevo y “hacerse el comedor”. Alguna vez estuve en la quinielas de posibles cadáveres jóvenes, pero fue hace quince años, y acá sigo. Es injusto considerarme un abanderado de lo prohibido porque fui mucho más discreto de lo que podría suponerse. “Soy mejor de lo que ustedes creen pero peor de lo que se imaginan”. Parafraseando a (Rodolfo) Galimberti, es así.”

“Internet le dio voz a mucha gente que todavía no sabe atarse los cordones.”

Calamaro, que cuenta que nació frente a la estación Retiro. “No tuve barrio; tuve una estación de tren”

“Soy del centro de la ciudad, y no tengo complejos con eso. Mi infancia transcurrió en la Galería del Este, el Di Tella, la Plaza San Martín. Les Luthiers ensayó en mi casa y fui amamantado en Punta del Este. Pero soy la antepenúltima generación de una familia cultural, atea, socialista y feminista. Fui del centro hacia los barrios, las provincias y las villas. Es el camino inverso.”

Apenas inicado el texto, hablás de las “quijotadas en los años de oro del rock pobre”, y de los “años de libertad en la pobreza”. ¿Hay relación -con resultado positivo o negativo- entre pobreza e intensidad creativa?

En mi diccionario, los años de oro del rock pobre son los del segundo lustro de los ochenta. Vivíamos con lo puesto pero algunos respondimos navegando en aguas subterráneas y experimentales… Un grupo de elite transitando la vanguardia con alegría. Era muy complicado progresar con un proyecto mas ambicioso (como vivir de la música). En eso estábamos cuando elegimos Madrid como base de operaciones de lo que sería Los Rodríguez. Y fuimos para empezar de nuevo. No teníamos contratos, ni anticipos ni nada mas que un departamento vacío. No puedo asegurarte que la humildad extrema sea un ambiro creativo satisfactorio, pero cuando lo único que sobra es tiempo hay un margen de maniobra mas urgente.

“Parece que internet estuviera achatando un poco la experiencia de la gente. Creo que hay una mayor intolerancia. Ahora, el puritanismo es mucho más masivo. Quiero decir, en otros tiempos el puritanismo estaba reservado a religiosos o reccionarios ”, dice El Salmón.

¿Podrías ampliar un poco la idea?

Caramba, creo que vivimos la contra-demagogia. Ahora el chiste es ser reaccionario, intolerante, y comportarse como tal cosa. Cuando se propone despenalizar la tenencia de marihuana la gente se indigna; duda y se indigna. Pero cuando se propone bajar la edad de los imputados y encarcelar a chicos de catorce años, a muchas gentes les parece una idea brillante. Aún sabiendo que de la tumba van a salir peor que antes, y cagando leche. Ahora mismo hay más público para la pena de muerte que para el aborto libre. Tampoco entiendo cómo los periódicos permiten que una masa de descerebrados opinen con furia en sus ediciones virtuales on-line.

Creo que cambió el signo de la demagogia.

¿En qué sentido?

En el siglo pasado la demagogia era de signo progresista revolucionario. La nueva demagogia reaccionaria quizás empezó como un juego de gente que ya está de vuelta de muchas cosas (y quiere dólares); quizás sea la semilla seca de las divisiones profundas en nuestro país. Hoy en día la demagogia tradicional fue suplantada por otra mucho más inquisitorial y conservadora. El ejemplo de la despenalización del cannabis (menos popular que la pena de muerte) es un buen mal ejemplo. Las reacciones desmedidas frente a lo desconocido, como ocurre con la tauromaquia, es otro buen mal ejemplo. Es inquisidor y es el némesis de la cultura, el arte y la libertad

¿Cuál es tu mirada el planteo casi corriente de veredas enfrentadas como frentes enemigos de un campo de batalla?

La fractura social no es una acción política, es catarsis patológica. Cuando demasiada gente está pensando lo mismo, nadie tiene ideas realmente. Yo nunca había visto a nuestro país dividido así (aunque podría ser una sensación que tenemos afectados por la información y la internet) No había sentido esta presión por definirse hacia algún extremo; ni con Alfonsín, ni en la dictadura, ni en los noventa. El desgaste de un sistema es algo normal. Pero esto es otra cosa, es furia política catártica de patio de colegio. Aún a pesar mis exploraciones en el subsuelo y las cumbres de la existencia roquera, tengo buenas relaciones amigables con personas del ámbito político: ideólogos, francotiradores y/o ministros. Lógicamente, tengo buenas relaciones con gentes de distinto signo político ideológico, es inevitable y es normal . Creo en un sistema de ideas transversales y solidarias. Y escribí un libro. No quiero militar desde el egoísmo, pero la tentación es grande. Una prioridad universal es bajar el IVA cultural en España, que es el más alto de Europa. Allá cerraron 700 librerías en un año y yo acabo de publicar un libro. También alentaría a un libre comercio con la Republica Oriental; lo posible para desayunarme con la rica yerba mate elaborada en Uruguay

 

Eduardo Slusarczuk/Clarin