En La Puebla del Río

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En La Puebla del Río

Llegamos a Sevilla en tren, a las siete y media de la tarde y con un sol radiando en el cielo. En la estación nos esperan José Antonio y “el rubio”.  Pasamos por Camas y Gelves, terruños de toreros centenarios como “el gallo” y leyendas vivas como Curro Romero. José hablando por teléfono … “Es Rafael de Paula” del otro lado del celular movil, el torero de arte por excelencia, emblema de los “paulistas”, torero gitano y bohemio. Así llegamos a La Puebla del Rio, un pueblo lindo, marismeño, a orillas del Guadalquivir. A veces llego a uno de estos pueblos con encanto y me pinta una fugaz y espontanea comparación con las poblaciones humildes de los interiores argentinos, al mismo tiempo alumbro el deseo de visitar mas a menudo nuestros pueblos , ya te contare cuando visitamos en Baleares el pueblo con mayor índice de suicidios per cápita en España pero es una historia con un final triste. No es el caso de La Puebla del Rio, el terruño orillero y alegre de Morante. Bajamos hasta el rancho de José Antonio, a orillas del rio. El de Morante es importante rancho con una bonita plaza de toros de madera en sus correspondientes corrales, las carrozas para el Rocío, cancha de futbol, otra de paddle y respetables metros cuadrados en lo que alguna vez fuera una caballeriza. Un rancho digno de Pablo Escobar pero sin los “cuerno de chivo”. Sin pistoleros custodiando la tranquilidad de La Puebla y su máximo exponente. Recorrimos la finca y acompañe a José a su entrenamiento de boxeo, en un boxing club con solera, no tanto por la arquitectura –mas propia de un polo industrial o comercial- pero si por el contenido, las fotos en las paredes, el ambiente que se respira y se huele. José volvía de unos días en la playa con la familia y con ganas de entrenar. Llego “el rubio” e hicieron guantes sin tocarse la cara pero con verdadera energía. Que se estaban dando lindo. Me quede mirando las fotos de boxeadores locales de época, alguna foto dedicada por un campeón y los torneos locales anunciando peleas semi profesionales y amateurs. No pude menos que pensar en Miles Davis -sospechado de practicar el box en algún momento- y principalmente de Bob Dylan que a sus 73 lo sigue practicando incluso en las giras. Viendo hacer guantes al maestro, a mi amigo, se vino la noche acompañada por el fresco. Volvimos al rancho para conversar fumando o bebiendo. Hablamos de toreros, hablamos con guasa y concepto de todo un poco, nos diluimos según el horario apunto las primeras horas de la madrugada. Afuera el mastín sigue ladrando.

Amanecí como siempre, como puedo. Baje a cebarme unos mates al mediodia. Llego la comida, un pescado entero y una ración de patatas con cebolla. Todo al horno. Y llego José Antonio, viniendo desde Jerez con Rafael de Paula … y cito a mi amigo Alberto: “No creo que le veas, nadie le ve. No habla con nadie, solo al “Pica”, Juan y Terremoto. Normal, es muy especia. Beware, precaución” … Nos sentamos a comer con estos dos maestros y “el rubio”. Dimos cuenta del manjar y nos sentamos a tomar el café y conversar, a escuchar al maestro, el torero gitano por los cuatro costados … Los dos toreros artistas mas grandes del mundo. Hablo Rafael de su encuentro con Juan Belmonte cuando (De Paula) apenas era un aficionado, dos años antes de debutar como novillero sin caballos. Belmonte se quedaba solo y musitando … “José … Juan … José … Juan” . Belmonte podía pasar una semana sin pronunciar palabra, pero seguía pensando en la eterna rivalidad que marco el toreo según lo conocemos. Pregunte por las cualidades características de estos toreros de historia y leyenda, que toreaban hace cien años. Y fui explicado por De Paula y Morante, en La Puebla del Rio. Joselito “el gallo” dominador, inteligente … “si a los demás el agua les llegaba al cuello, a Joselito le llegaba por los talones y podía caminar” … Belmonte, el suicida. Precursor de conceptos que refundaron la tauromaquia en su versión definitiva, “las manos y el temple” … El que entregaba la vida … Dice que Valle Inclán le dijo: “Juan, solo te falta morir en la plaza …” “Haremos lo posible” contesto Belmonte. Al rato llego el ganadero Fernando Domeq, sonriendo detrás de ojos celestes de picardía. De Paula, Domeq, Morante … Tanta historia en apenas metros cuadrados. Al rato fuimos al campo, a tentar unas vacas viejas. Navegamos en coche por los arrozales, vimos los nidos de las cigüeñas, las yeguas con sus potrillos … Y llegamos a la finca de una familia ganadera que nos esperaba con las vacas y la merienda. Me senté al lado de Rafael, para estar cerca y para escucharlo comentar musitando el transcurrir del tentadero. Las vacas viejas previamente toreadas ya aprendieron a diferenciar el engaño del torero, razón por la cual podrían no servir para torearlas, entonces ganan puerta y vuelven a los corrales. Serán carne. Dos becerras dieron mas de juego, “el rubio” sufrió un buen revolcón … después una merienda generosa, con empanada, tortilla, queso y chorizo. Volvimos anocheciendo. Les conté a los toreros maestros de mi amistad sincera con los atracadores de bancos y camiones, mis amigos. De los códigos rotos, de las amistades nobles y de Valor, que vuelve a tambalear su libertad sin encontrarnos en su quinta del conurbano … Por lo menos tres rufianes lamentamos la detención de Valor. Rodolfo, Enrique y yo … Así llegamos de noche al esplendido local de José en La Puebla, un bar de copas hermosamente decorado con frescos en el techo de motivos taurinos, flamencos, el rocío y la semana santa. Y una pantalla gigante donde vemos un escandaloso partido de semifinales de la Copa del Mundo. Aturdidos por el abultado resultado que deja fuera de la copa al dueño de casa, volvemos al rancho de JA, donde vamos a pasar la noche los invitados, hoy con Rafael durmiendo bajo el mismo techo que un servidor. Vemos algunas fotos que tome en el campo esta tarde. No tengo mi maquina profesional y saco fotos simbólicas con una maquina turística. Mañana vuelvo a Sevilla y me instalo en el hotel a esperar la cuadrilla (que llega de Buenos Aires) y ver juntos los mundiales. El Jueves tocamos y Silvio (Silvio y Sacramento) estará en la galería de amigos ausentes por recomendación de Alberto que apenas se cree que pase una tarde con Rafael de Paula.

Me despierto en la mañana como siempre. Como puedo.
Bajo a cebarme unos mates, las paredes blancas del cortijo andaluz me aturden. Rafael me dejo un abrazo. Espero tener la oportunidad de dárselo de vuelta.

Cuanta gratitud hay en mi alma. Son estos los dias que hay que guardarse en un rincon de la memoria para siempre.

Ilustremos entonces con imagenes de estos dos artistas puros de encarnadura andaluza y sabor flamenco, el toreo gitano de Rafael de Paula y el capote musical del de La Puebla.

Y la foto de Rafael del dia de ayer