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Calamaro, el gen argentino y popular
El músico acaba de editar La lengua popular , un disco con brillo que promete convertirse en clásico antes de tiempo

¿Qué pretende ahora Andrés Calamaro al grabar un disco como La lengua popular ? ¿Postularse como el auténtico “gen argentino”? ¿Adueñarse definitivamente del cariño incondicional del pueblo musical? ¿Demostrar de una buena vez que en lo suyo no hay quien lo iguale? ¿O dejar constancia quizá de que puede ser rockero y falopero, padre y esposo modelo, hombre de rima sutil y ordinaria, artista culto y popular, todo al mismo tiempo y en el mismo lugar? “Soy lo que el mundo quiera o lo que sea”, sugiere en una de las doce canciones del álbum y remata: “Soy una buena combinación de Homero Simpson con Rolling Stone”.

De labios húmedos y dedos filosos, Calamaro habla y escribe y sostiene que su lengua popular es la de la vinagreta, la de los besos y los versos, la lengua de Mick Jagger y Keith Richards, la lengua que siente, que gusta, que se mueve.

“Buenas y santas. Voy en una combi para Barajas y se mueve un poco el teclado (a pesar del impecable estado de estas carreteras y caminos). Si mi estación de wi-fi portable funciona, hoy mismo arrancamos contestando tema: Popularidad, populismo, popularia, pop… Porque, qué gruesa y delgada línea separa la popularidad del folklore, de la fama, del cariño y del respeto del pueblo, del éxito. A Gustavo Bazterrica le gustaba decir: «No somos famosos, somos populares». ¿Tendría razón el sabio vasco o sería un slogan? Por lo visto, entre la fama y la popularidad, preferíamos la segunda. Llegué al aeropuerto, después la seguimos. A.”

Andrés Calamaro escribe diariamente, aunque no necesariamente canciones, como uno podría imaginar con tan sólo revisar su abultada discografía. Escribe en su blog ( www.calamaro.com ) y escribe mails a manera de precalentamiento antes de encontrarse cara a cara con LA NACION: “¿Qué significa ser un artista popular? Yo prefiero otros términos, como «cantor de Buenos Aires». Aunque el artista popular tiene otra raigambre que la celebrity pura. Popular tampoco es pop… ¡y pop no sé qué es!”.

-¿Siempre buscaste ser popular?

-La verdad es que nunca lo pensé así, el populismo y la popularidad son conceptos cuasi peronistas… Como búsqueda, prefiero el éxito, porque el éxito es más amplio y todos buscamos un poco de eso: un científico, un deportista. Si entendemos la popularidad como el cariño y el respeto del pueblo, entonces puedo aceptar la responsabilidad, aunque no creo que haya vivido buscando justamente eso.

Cinco días más tarde, sentado en un pituco bar de Palermo, el mismísimo Andrés Calamaro en persona recuerda su viaje relámpago a España, donde promocionó la salida de La lengua popular firmando ejemplares en una tienda de discos: “Al principio me sentí un gil laburante, pero después me consolé pensando que Borges y Lennon también firmaban ejemplares y terminó gustándome más de lo que pensaba. La idea de enfrentarme con tantos celulares y cámaras digitales me enfermaba un poco, ¿no? Pero me di cuenta de que mirar a los ojos a la gente, darles la mano, escuchar lo que quieren decirme puede resultar profundo, ¿verdad?”.

“Plantaron en Puerto Madero un almorzadero de trabajador, no hay que reservar primero donde el piquetero tiene el comedor”, canta Calamaro en los primeros versos de “Comedor piquetero”, y se sube al ingenioso estribillo cumbiero: “Vida paria en la burbuja inmobiliaria… comedor piquetero”.

-¿Fuiste al “comedor piquetero”?

-No, pero fui a Devoto, a Caseros y a otros penales menos mediáticos, a visitar amigos. Fui a las barriadas marginales por motivos personales, no fui buscando letra para mis canciones ni para filmar videoclips. Y el pueblo, en este caso la población marginal, o carcelaria, lo sabe. También conozco la villa de Cobo, en el Bajo Flores, y los barrios de tango, conozco Buenos Aires de noche y la calle. Y el pueblo eso lo sabe, ya me sacaron esa ficha, saben que soy uno más, que soy normal.

Por las letras de su nuevo álbum se pasean personajes como los Simpson, los Stones, el Potro Rodrigo, Bob Dylan y Osvaldo Soriano, referencias al carnaval de Brasil y a “la sonrisa vertical”. ¿Cultura popular? Algo así. “Soy de la época en que la gente paqueta y la cultura paqueta despreciaban asuntos como la TV o el fútbol, así como la música de Sandro y la tropical -arriesga Calamaro-. Sin embargo, nunca fui un típico tópico del Centro… Ni racista ni apostólico romano. Me gusta la cumbia, porque alegra una reunión aburrida, me gustan los Redondos porque es el instante en que la ciudad se reconoce morena, roquera y toxicofílica. Se saca la careta, digamos. Y porque me gusta de verdad esa letrística soberbia de Solari, que no sé si será popular, pero el pueblo verdadero creyó entenderla, mientras que el rock contemporáneo fraseaba frívolo.”

Los Neo-Rex

Contradictorio, compadrito y embustero profesional, Calamaro confiesa que le gusta “el programa de Radio 10 de la mañana del Negro González Oro” y apunta contra la figura de lo que él llama Neo-Rex : “Son los nuevos ciudadanos reaccionarios, los nacionalistas, chauvinistas, mentirosos, resentidos. Antes eran los pitucos que leían La Prensa y LA NACION, pero ahora los reaccionarios son pobres y de izquierda. Son internautas que no tienen para pagar el sushi y prefieren el choripán. «Progres» que desprecian al pueblo y a sus pasiones”.

La lengua popular , producido por Cachorro López (ex compañero de Los Abuelos de la Nada), es un disco divertido, por momentos desopilante y por otros repleto de melancolía, con canciones de amor, pero también de protesta: “Suena superficial a la primera escucha, húmedo a la segunda, hondo a la tercera y te parte al medio a la quinta”, define el autor.

El 15 de diciembre Calamaro se presentará en el Club Ciudad de Buenos Aires, con la misma banda con la que actuó dos meses atrás, en España: José Bruno en batería, Candy Caramelo Avello en bajo, Tito Dávila en piano y Julian Kanevsky y Diego Gallardo en guitarras.

-¿Por qué actuaste tan poco en vivo en los últimos años?

-La verdad es que en lo que va de este año canté cinco veces y eso es muy poco. Bob Dylan dice que “la vida tocando” es la vida real time , pero bueno, sin querer discutirle nada, no sabemos si toda su vida habrá sido así, ¿no? Pensá que es un tipo que se convirtió al cristianismo y lo hizo en serio. Eso a mí todavía no me pasó, ¿no?

Por Sebastián Ramos
De la Redacción de LA NACION

################# No es por nada, pero da gusto leer un analisis ambiguo, orientado hacia la cultura en mayusculas y bien encarado, en lugar de perderse en lo superfluo, el tal SR se dedica, no sin cierto humor, a abrir el juego y jugar con lo popular como concepto y compromiso … para llegar a conclusiones atrevidas e importantes, por lo menos … PARA MI.